La ruta que se propone a continuación nos llevará por una serie de fósiles de fama e importancia mundial. Es una ruta larga, de unos 300 kilómetros, por enclaves que varían de dificultad baja a muy alta y peligrosa, por lo que aconsejo informarse bien antes de iniciar la aventura y avisar a familiares o amigos de nuestro lugar de situación.
En general, la mayor parte del patrimonio fósil que vamos a visitar podemos encuadrarlo en el periodo Ordovícico (485-444 millones de años). Por aquellos tiempos los Montes de Toledo formaban parte del antiguo macrocontinente de Gondwana, cercanos al Polo Sur, permaneciendo sumergido en aguas poco profundas o siendo línea de playa de dicho continente.
Los animales que nos encontramos son invertebrados: cefalópodos de concha recta, corales, braquiópodos articulados, bivalvos, nautiloideos, trilobites, ostrácodos, briozoos, equinodermos, graptolites y conodontos. Igualmente aparecen las primeras plantas verdes y hongos sobre la tierra.
Dividiremos la ruta en seis jornadas, para realizarla de modo tranquilo y poder disfrutar de los enclaves y del prodigioso entorno natural y patrimonial como merece. Hemos de hacer hincapié en el respeto al entorno, no dejemos basuras y por favor, no esquilmemos los fósiles del lugar a visitar, legemos a generaciones futuras un patrimonio intacto para que ellos disfruten del mismo modo del que vamos a hacer nosotros.
Jornada 1: Toledo – Totanés. 31 kilómetros.
Salimos de Toledo dirección al pequeño pueblo de Totanés. En la plaza del ayuntamiento tenemos un verraco vetón y una preciosa iglesia del siglo XIV. También en el casco urbano tenemos integrado en la biblioteca el museo Ildefonso Recio Valverde, donde podemos encontrar restos arqueológicos de los alrededores y mucho material fósil.
Destacamos el curioso trilobites agnostida serrodiscus, casi endémico de la zona del pueblo, más pequeño y antiguo que los del resto de los Montes de Toledo, encuadrado en el periodo Cámbrico (541-485 millones de años).
Para finalizar la visita al pueblo podemos ir a ver un curioso crómlech (4000-1000 a.C), situado a unos 2 kilómetros en el camino asfaltado que lleva al vecino pueblo de Pulgar. Con forma de corazón, es uno de los escasos ejemplares que existen en la zona centro peninsular de este tipo de construcción. Tenemos más información en la revista Astronomía núm. 241-242 (2019).
Desde el crómlech hay unas estupendas vistas del Pico de Noez (1034m.), donde existe un observatorio de estrellas y unas trincheras de la Guerra Civil; a su lado la sierra de Alpuébrega, con un poblado de la edad del Bronce o Hierro en altura.
Jornada 2: Totanés – Los Navalucillos. 48 kilómetros.
Dejamos el coche en la plaza Encinar, y a un par de kilómetros por la calle Serrachuela, nos dirigimos al risco Tambor (902 m.). No tenemos sendero para subir, y su ladera está formada por piedras sueltas que dificultan el ascenso. En el tramo medio tenemos un enorme panel de fósiles de Daedalus halli (Rouault) – sección transversa-, muy bien conservados. Se trata de un icnofósil o huella por desplazamiento en espiral dejada por un organismo tipo gusano.
Ya en la cima tenemos los restos del «tambor», que da el nombre al lugar. Se trata de una estructura de piedra de 0,5 metros de altura que parece una mesa o tambor, seguramente natural, hoy desgraciadamente derribado en parte. Tiene asociada la leyenda de que cuando se cernía un peligro sobre el pueblo se hacía sonar para conjurar al mismo. Lo que nos recuerda ciertos lugares ancestrales mágicos de misma tradición. A un par de kilómetros al norte, campo a través, tenemos el risco de la Paloma – toda esta zona es también conocida con el nombre de las Colmenillas -. Camino a este lugar tenemos restos de suelo marino con más icnofósiles, y ya en el enclave en sí, una cueva refugio de pastores con restos de fogata y un pequeño poblado en altura de antigüedad indeterminada, con restos de chozos y muros.
Si tenemos tiempo y queremos, en Los Navalucillos existen numerosos cerros y terreno montañoso para encontrar más fósiles, también a pie de camino, así como gran cantidad de enclaves naturales de fama nacional.
Jornada 3: Los Navalucillos – Piedraescrita. 39 kilómetros
Este pequeño pueblo de la Jara Toledana, de unos 300 habitantes, tiene una de las iglesias más pintorescas de la península. Santa María de Piedraescrita conserva el Pantocrátor románico situado más al sur de España, la estructura de su fábrica y otros elementos de su interior tienen características paleocristianas, prerrománicas, románicas y mudéjar, que hacen de su estudio un gran puzle todavía sin desentrañar.
Desde este edificio, mirando al oeste tenemos el cerro anterior a nuestro objetivo: el cerro de las Moradas (1378 m.). Nos separa una distancia de unos 3 kilómetros, mucho de ello campo a través, duro y dificultoso, por el cual veremos numeroso suelo marino, formado por conglomerados de roca sedimentaria. En la cumbre de Las Moradas, sobre una gran superficie de cuarcita mirando al este, tenemos el llamado Gusano de las Moradas. Se trata de un paso de trilobites, de unos 10 metros de longitud y cerca de 2 metros de ancho, con unos 10 centímetros de diámetro de trazado. Uno de los ejemplos más sobresalientes que podamos encontrar de esta tipología.
Jornada 4: Piedraescrita – Navas de Estena. 82 kilómetros
Deshacemos nuestro camino hasta llegar al cruce de Navas de Estena – Hontanar. Justo enfrente de este último pueblo, a nuestra derecha y señalizado tenemos el camino (en buen estado salvo los últimos 100 metros) que nos llevará hasta el despoblado de Malamoneda, son unos 3 kilómetros desde el cruce. Este enclave es el yacimiento arqueológico más conocido de los Montes de Toledo. Famoso por su torre y necrópolis de más de 100 tumbas, igualmente tenemos los restos de su castillo y un paraje natural privilegiado.
Ya en la entrada a Navas de Estena tenemos un pequeño y completo museo de fósiles de la zona, donde también podemos informarnos de los siguientes objetivos a conocer en este municipio.
El primero de ellos es el conocidísimo Boquerón del Estena. Perfectamente señalizado, es un itinerario lineal de muy fácil recorrido, de unos 6,5 kilómetros (ida y vuelta). Recorremos la senda sin perder ni un momento al río. Casi al comienzo tenemos las Torres del Estena, que son unas prominencias rocosas producidas por una falla geológica. En una de sus bases hay una cueva, aquí habitaba hasta 1932 un ermitaño conocido como Tío Cestero, que elaboraba productos de mimbre para vivir del trueque. Solo pensar que en este lugar hubiera vivido una persona hace daño, pero eran otros tiempos. Algo más adelante tenemos el risco Tirapanes, donde las mujeres lanzaban la comida a sus maridos cuando estos trabajaban al otro lado del río.
Pasaremos un bonito paraje hasta llegar a la joya de la ruta: el fósil de la galería del gusano gigante. Hallado en 2009, es uno de los fósiles más impresionantes de España, la huella de un gusano marino que vivió hace unos 475 millones de años, la más antigua del planeta conocida hasta la fecha. Aquel gusano (Paleophycus Tubularis) habitaba una playa del continente Godswana, muy cerca del Polo Sur actual. Mide 12 metros de longitud y unos 1,5 metros de ancho, con 20 centímetros de diámetro de galería.
El itinerario se completa con otras huellas fósiles diseminadas por la ruta, y diversos puntos de interés botánico y geológico.
El segundo objetivo a visitar es la ruta del Acebo y las Fuentes. Se trata de un itinerario lineal de fácil recorrido y señalizado de unos 3,6 kilómetros (ida y vuelta). Parte de un área recreativa y continúa por una pista forestal anexa al boquerón del Estena, pasaremos por varias fuentes y diversos parajes de interés botánico, la ruta termina en una turbera, recuerdo de épocas antiguas más frías y húmedas.
El verdadero tesoro no está en el itinerario oficial. Justo al comienzo de la ruta descrita anteriormente sale un sendero no muy bien marcado que lleva al río, justo al otro lado y escondido en un abrigo del cerro anexo, tenemos un panel de cruzianas y rusophycus único en cuanto a calidad de conservación. Se piensa que tal acumulación se debe a una actividad de apareamiento o de defensa ante un depredador. Tendrá unos 9 metros de largo por 3 de ancho con unos detalles de las huellas muy difícil de ver en otros lugares. Cuidado con las caídas y cauce del río.
Jornada 5: Navas de Estena – Fontanarejo. 70 kilómetros
A unos 13 kilómetros de la ruta tenemos el pueblo de Retuerta de Bullaque. Aquí podemos tomar algo en el bar-restaurante Casa Román, en este local podemos ver la réplica de un meteorito de 100 kilos de peso encontrado por la familia que lo regenta en los años 80, que creyendo que se trataba de chatarra espacial fue utilizado como prensador de jamones durante décadas, hasta que un geólogo del CSIC se hizo eco del hecho, que acercándose al pueblo para examinarlo, lo catalogó posteriormente como se merece.
Fontanarejo es un pueblo repleto de enclaves arqueológicos de primer orden y de un basto territorio forestal. También es muy conocido por las fiestas de San Felipe y Santiago (30 abril-2 mayo) – llamadas fiestas de la Luminaria-, donde el pueblo parece arder por la cantidad de humo de la quema de romero que casi oculta las calles del mismo, puede que recuerdo de alguna peste superada antaño. Curiosa es la campana de la torre de la iglesia, con propiedades conjuranderas, a modo de lo que vimos en el «tambor» de los Navalucillos.
Nuestro objetivo en este municipio es el cerro del Águila (812 metros), situado a unos 3 kilómetros por camino fácil. La ascensión no está señalizada y prácticamente es campo a través. En su cima tenemos un afloramiento cuarcítico de unos 12000 m2 de icnofósil de Daedalus desglandi (Rouault), lo que posiblemente hace del yacimiento el más grande a nivel mundial en su género.
En este mismo lugar podemos ver restos de un asentamiento humano de la Edad de los Metales, seguramente utilizado de forma intermitente con finalidades ganaderas-cazadoras, aunque no se descarta el uso religioso, lo que hace del conjunto un lugar más mágico si cabe.
Jornada 6: Fontanarejo – Arroba de los Montes. 8 kilómetros
Arroba de los Montes es uno de los grandes desconocidos en cuanto a patrimonio natural y restos arqueológicos, pues es raro ver a nivel nacional ver tantos de ellos acumulados, de tanta importancia y singulares, y en un grado de conservación tal alto. Por espacio es imposible abarcarlos y nombrarlos en estas páginas, por lo que nos centraremos en el tema principal de este artículo, los fósiles, los cuales aparecen por doquier en cualquier paraje de este municipio.
Nuestro primer punto de parada es su iglesia consagrada a la Asunción, datada en el siglo XV, levantada sobre una basílica visigoda y seguramente sobre un antiguo dolmen. Conserva en su interior unas pinturas medievales, que narran la toma de la mezquita mayor de Toledo por los cristianos y representan por primera vez conocida a la Catedral Primada.
En los muros exteriores podemos ver grabados distinta simbología mágica, como pueden ser estrellas de cinco puntas, con finalidad protectora, así como también cruzianas tipo didymalichnus cortadas en forma de cruz latina.
Nuestra última parada es el enclave de Peñas Pardas, situado a unos 3 km del municipio en paralelo y a escasa distancia de la carretera CR-721 dirección Piedrabuena. En el ayuntamiento tienen un mapa de ruta – circular de 8,7 kilómetros de fácil dificultad – para visitar este lugar y completar con otros núcleos de valor antropológico y natural. En este enclave, además de encontrar en su entorno plantas endémicas de este lugar y unos afloramientos de agua que nunca se secan, tenemos un santuario prehistórico bastante peculiar. En la parte más alta tenemos una piedra caballera, y a ambos lados de la misma dos ídolos. Uno de ellos, el llamado ídolo de Arroba o laCabeza, mide unos de 3 metros y recuerda un ser humanoide de épocas pretéritas, que con cierto juego de luces y sombras da una imagen bastante intimidatoria. El otro ídolo, llamado el Cíclope, mide unos 5 metros de altura y, como su propio nombre indica, parece tener un solo ojo y esbozar una sonrisa turbadora. Pues bien, la «cara» de este último ídolo no es más que el fósil de una gusano gigante (Paleophycus Tubularis).
Si a esto añadimos que la Cabeza mira a unos poblados prehistóricos en altura situados a un par de kilómetros, y que en su entorno existen dólmenes, necrópolis, y demás restos ancestrales, tenemos un paraje de lo más singular y subyugante. Un broche de oro a las jornadas que llevamos a nuestras espaldas.
Un artículo de Antonio Martín Asperilla
BIBLIOGRAFÍA
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– Gutierrez-Marco, Juan Carlos; Lorenzo, Saturnino;Sá, Artur A. Fontanarejo (Ciudad Real): una localidad icnológica excepcional de Ordovícico inferior en los Montes de Toledo Meriodionales. (2017)
– Gutiérrez-Marco, Juan Carlos; Rábano, Isabel; de San José, Miguel Ángel; Pieren, Agustín P.
Parque Nacional de Cabañeros: un pasado marino de hace 500 millones de años (2015)
– Martín Asperilla, Antonio. Guía Mágica. Los Montes de Toledo (2018)
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