La historia de cómo conocí La Cripta de la Iglesia de Santiago es una de la más curiosas que puedo contar, y cuando lo hago lo pongo como ejemplo de narración mágica pura.
Soy terapeuta ocupacional de geriatría, estando trabajando en mi centro dentro de una taller de memoria pregunté a los residentes de Noblejas por el patrimonio desconocido de su parroquia. En principio me comentaron que existía un túnel que unía una antigua casa del pueblo con la iglesia, lo sabían porque alguno de ellos siendo criado de dicha casa lo había utilizado. Se hundió décadas atrás por el paso de una pesada galera y fue colmatado para evitar accidentes.
Lo increíble viene después: me relatan que bajo la cabecera de la iglesia existe una cripta con un altar fabricado con cráneos humanos gigantes, muertos desperdigados por el suelo, una horca y paredes con antiguos escritos en latín. En fin… se pueden imaginar mi cara de estupefacción al escuchar aquello. Lo malo para mí es que no podía verlo ni demostrarlo, pues al parecer estaba tabicado desde hace mucho tiempo, y era imposible acceder a ello. Por aquel entonces estaba escribiendo el libro Guía Mágica. La Mesa de Ocaña (Marañón, 2013), decidí no incluir este relato por inverosímil y miedo a ser tachado de amarillista. En el libro comenté que se trataba de un osario (como indica el nombre de la calle anexa a la iglesia) y poco más.
Meses más tarde en una presentación del libro en Noblejas comenté este hecho, y cuál fue mi sorpresa cuando varios de los presentes me confirman la historia. No me lo podía creer, pero precisaba verlo con mis propios ojos, algo tan increíble… necesitaba imperiosamente más información. La prueba final me la proporcionó Celestino Pérez, amigo y vecino de Noblejas, que me dejó unas fotos del enclave tomadas en 1997, cuando rehabilitaron el suelo del templo.
Al final, muchas de las historias más increíbles y fantásticas son reales, como demuestra lo que les acabo de narrar, el mundo mágico tiene estas cosas. Ahora, terminemos de separar el «trigo de la paja»: en verdad existe un altar de calaveras, pero no de cráneos gigantes, piensen que estos abuelos lo vieron siendo niños, y las sombras y el miedo juegan malas pasadas; los escritos en latín son palabras grabadas en castellano antiguo en la cruz de madera del altar de la cripta; la horca es un poste de madera para colocar un candil; y si, hay cadáveres en el suelo, caídos de sus respectivos ataúdes, por la inercia del deterioro de su lugar de descanso…
¿Quién estaba allí enterrado y de cuando data? poco se sabe, puede que sea una construcción de finales del siglo XVII, principios del XVIII. Los muertos pueden que sean antiguos nobles del pueblo, o puede que heterodoxos, de ahí el tabicar así el lugar. De todas formas es una pena que un lugar como este se pierda, ojalá en un futuro se abra y rehabilite.